Orientar a los niños en la distribución de las tareas del hogar.
Nadie dice que los niños deben hacer las tareas de los grandes, pero hay ciertas cosas en las que ellos pueden colaborar y con las que harán de la casa un ambiente más agradable. Además, si se les enseña a tener ciertos hábitos en el hogar, serán adultos ordenados e íntegros... en pocas palabras EVITARÁN DAR DE GRITOS DENTRO DE SU CASA.
El primer paso es pedirles que no den más trabajo del que ya requiere la casa en sí. Y este principio les debe ser inculcado desde antes de los 7 años, porque entre esta edad y los 11 años, los niños adquieren determinados hábitos de sana convivencia familiar.
Sé que la empleada del hogar es de mucha ayuda y puede hacer estas “cosas” sin que sus hijos lo hagan, pero a la larga “estos quehaceres” en el hogar les ayudará mucho en su vida (ténganlo por seguro).
Bueno luego de esto, se pueden establecer ciertas reglas que se deben respetar para mantener el orden establecido, además se les enseñará a valorar el trabajo.
Por ejemplo:
La ropa sucia no se tira al suelo. Debe dejarse en el lugar indicado.
Los desperdicios se arrojan al tacho de basura.
Las toallas se dejan colgadas no “tiradas”.
Las puertas no se cierran a portazos ni se abren a patadas, porque se ensucian, rompen y contaminan acústicamente (un “señor” bullicio).
Al llegar del colegio las mochilas y el uniforme se dejan ordenados, no “tirados” en el suelo.
APRENDIENDO VALORES
Cada uno de los hábitos que los niños puedan hacer en el hogar son signos de buena crianza; aunque deban ser enseñados con muchísima perseverancia.
Estos valores harán de ellos, adolescentes y adultos conscientes de lo que es vivir en una casa ordenada, les enseñará a utilizar de mejor manera los recursos disponibles, sabrán lo que es trabajar en equipo y entenderán que lo que hagan o dejen de hacer tendrá repercusiones en la vida de quienes los rodean.
LAS COLABORACIONES
Una vez que han aprendido los hábitos de limpieza y orden en el hogar (y que esto funcione a la perfección), es hora de pedirles mayor colaboración.
Claro que esta ayuda extra debe ser solicitada con buenas palabras, a modo de ayuda, explicándoles el por qué y de acorde a la edad del niño; porque obviamente un chico de 8 años no puede hacer lo mismo que uno de 14. Ahí hay que ocupar la intuición y el sentido común.
Unos ejemplos:
Mantener su pieza, escritorio y clóset ordenados.
Preparar su ropa de colegio y mochila escolar para el día siguiente.
Hacer la cama los fines de semana (al principio no tiene que estar “excelentemente” tendida).
Contestar el teléfono cuando suena.
Recoger lo que está tirado.
Poner la mesa con elementos que la edad le permita.
Cuidar al hermano menor (sólo en casos en que sea un adolescente sobre los 15 años, por tiempos comprensibles y sin que esto le quite la posibilidad de ser niño también. Es decir, ésta no es su obligación, sino que es una colaboración esporádica (ESTA "AYUDA" SERÁ POR MOTIVOS MUY RAZONABLES OBVIAMENTE).
Hay que tener cuidado en este sentido, para no caer en la tentación de pedir a los adolescentes encargos familiares para los que todavía no están maduros.).
HACIÉNDOSE GRANDE
Cada niño debe tener sus obligaciones, esto lo ayuda a ser responsable de sus cosas y de sus acciones.
Es decir, que si un adolescente llega a los 12 años (o incluso a los 16) sin saber hacerse cargo de sus cosas, los responsables son los padres, ya que lo han sobreprotegido y lo tratan como un niño, cegándose a ver sus capacidades.
Por esta razón, no hay que subestimar a los hijos porque ELLOS SON CAPACES DE SER MUY ÚTILES EN LA CASA, por lo mismo, saben hacer de ella un hogar armónico (o NO) si reciben la orientación necesaria por parte de los padres.
Ahora bien, hay que tener en claro que este tipo de ayudas, más que exigibles, son para INCULCAR. Es importante dejar en claro que la familia es un equipo, y que la ayuda no es un castigo.
LA ATENCIÓN
Existen ciertas acciones que podrían arruinar la educación de los hijos en este ámbito.
“Ojo” con esto:
Todos son capaces de colaborar. Esto es, no discriminar por sexo, porque uno nunca sabe si es el hombre el que más necesitará a futuro estos hábitos.
Cuando tus hijos colaboren, no vayas detrás corrigiendo lo que hacen. Hay que ser tolerarante por ejemplo cuando tienda la cama con el cubrecama mal acomodado, los cubiertos puestos en otro orden o los vasos mal enjuagados. Por lo tanto, tienes que creer en él y darle tiempo para aprender.
Descubre las habilidades de tus hijos y encárgales cosas de acuerdo a ellas.
Deja de lado la sobreprotección y valora las capacidades de tus hijos. Ellos pueden hacer muchas cosas que tú haces por ellos.
Recuerda que los niños aprenden de los ejemplos, más que de los consejos.
Cuando le pidas que colabore contigo hazlo pidiéndole por favor, y agradeciendo cada vez que cumpla con ellas. Si cumple constantemente con las obligaciones, hazlo notar cada vez que se pueda.
Es muy común escuchar a muchas madres comentar cómo la rutina hogareña las ha sobrepasado (están CANSADAS, HARTAS ya NO DAN MÁS), o cómo existen algunos días en el mes en que todo se convierte en un caos.
Sobre todo se trata de esos días en que no está la nana, cuando nadie se hace cargo de nada: La ropa se encuentra tirada, la cocina desordenada y hay desparramo por doquier (los niños con los padres en casa especialmente los fines de semana se vuelven “ELÉCTRICOS”). Todo eso sumado a las críticas que llegan de todos lados porque nada funciona como debería.
Te preguntarás: ¿Qué está pasando? ¿Nadie te ayuda en casa? ¿Tus niños ya no te hacen caso? ¿Hay alguna solución? CLARO QUE SÍ. Y lo mejor es partir desde el inicio.
Hay que tener estos tres conceptos claves muy presentes: reglas claras, ejemplo y mucha comunicación.
Son conceptos que, si se tienen en cuenta, ayudarán a hacer más fácil la convivencia familiar, sobre todo, la relación entre padres e hijos.
Veamos uno a uno:
LAS REGLAS CLARAS
Los niños (desde pequeños) deben ser tratados como sujetos, es decir, personas que puedan expresarse y dar su opinión.
Hay que permitir que los niños expresen sus sentimientos. Sólo así se sentirán parte del grupo familiar, valorados y a quienes se le pide su opinión.
A partir de ese punto a los padres les será más fácil integrar a los niños dentro de la DINÁMICA FAMILIAR.
No se puede dar una única guía en este aspecto, ya que las dinámicas cambian dependiendo de cada familia. Hay familias en que al niño se le pide que haga su cama o ayude a lavar los platos, en otras no. Pero seguramente en ambas familias se le exigirá que sea responsable en sus obligaciones escolares YA QUE ESTA SE CONVIERTE EN SU PRINCIPAL OBLIGACIÓN “SIN NEGOCIACIÓN”.
Esas obligaciones no serán vistas como una carga por el niño, porque si desde su primera infancia se incluyen dentro de la dinámica familiar, serán interiorizadas por él como algo natural, no una imposición.
EJEMPLO DE ADULTO
Una de las claves para aprender patrones de conducta son los modelos, y ustedes padres de familia son los principales modelos a seguir por sus pequeños hijos.
Les pregunto: ¿Cuántas peleas hay en los hogares porque ninguno de los niños pone la mesa, o no recoge su ropa sucia, o tal vez no dan gracias al recibir algo? ¿Qué pasó aquí? Seguramente a esos niños se les ordenó muchas veces que colaboraran en su casa, pero seguramente nunca observaron a su padre o a alguien mayor realizar esa actividad, por lo tanto, les parece extraño.
Para un niño pequeño es más importante ver una conducta a que le repitan mil veces una orden. No hay nada mejor en educación que el ejemplo, o sea, seguir un modelo. Es por esa misma razón que no existe nada más agotador que pedirle ayuda a un hijo o hija adolescente. Es casi imposible a veces ¿cierto?, porque si ya no le enseñaron en la niñez será muy difícil que adquiera esa conducta posteriormente.
LA COMUNICACIÓN
Nunca está de más recordar que el principio de toda relación es una buena comunicación. Todos en una familia deben expresar lo que sienten. La mayoría de los desacuerdos tiene que ver con malos entendidos.
Uno de los problemas más usuales en una familia son los permisos, ya que los padres no conversan con sus hijos, sino que imponen su criterio.
A veces los padres son poco flexibles, les es difícil cambiar pautas y creen que un hijo de quince años debe comportarse como otro de cinco años. Cuando lo ideal sería conversar con el hijo mayor, saber cuáles son sus intereses y llegar a un acuerdo.
En este punto tanto los padres como los hijos repiten pautas aprendidas. Por eso es fundamental arreglar los conflictos familiares a tempranas edades (si esto no se soluciona a tiempo repercutirán en el futuro y puede ser perjudicial para la unión familiar).
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Se debe tener en cuenta que hay dos etapas decisivas en la niñez que son muy semejantes: cuando los niños tienen entre dos o tres años, y luego en la pre adolescencia, a los diez y once años. En ambos períodos los niños toman conciencia de sí mismos. En esas etapas los niños exigen más independencia, y si los padres no supieron tratarlos en los primeros años tendrán los mismos conflictos más adelante porque en ambos casos tenderán a repetir su conducta.
Olvídate de expresarte hacia tus hijos con estas frases en “tus momentos de desesperación”: ¡ESTOY HARTA(O)!, ¡ESTOY CANSADA(O) DE USTEDES!, ¡NO ME AYUDAN EN NADA!, ¡YA VAS A VER!, ¡HAY TENGO GANAS DE MATARLOS!
Por favor respira un poco, ¡cálmate! ya que no ganarás nada “entrando en crisis”, recuerda que el educar a un hijo no es fácil solamente CONFIA EN TI MISMA. (TAMBIÉN PADRE DE FAMILIA ME DIRIJO A TI, “NO TE HAGAS”).
El Director del Blog
Licenciado en Psicología y Psicopedagogía
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