No nos sorprende ver los resultados que hace poco nos ubicaron otra
vez últimos en todo. Perú no solo obtuvo puntajes muy lejanos a este promedio,
sino que ocupó el último lugar en todas las categorías. Todas nuestras notas
fueron superadas por los otros 64 países participantes de la evaluación (PISA).
Nos preguntamos ¿qué está pasando? pues lo sabemos todos
y... ¿soluciones? bueno siempre han estado en nuestras manos.
¿Falta de inversión en los colegios del estado??¿Falta de
fiscalización en los colegios privados?¿Mal sistema educativo de ambas
partes?¿mediocridad de parte de los padres o dentro de las aulas?... ¿Quiénes
salen perdiendo?: ÚNICAMENTE SUS HIJOS.
En el ámbito de la familia. Los primeros responsables de la educación de los hijos son los padres, que quieren para ellos lo mejor. Quieren que sus hijos destaquen, que tengan una fuerte personalidad y que se labren un futuro prometedor. Quieren que sean buenos, trabajadores, honrados. Quieren que sean felices. Pero esos deseos, en muchos casos, hoy no se cumplen. Más bien, la sociedad y las familias pueden estar instaladas en lo que podemos llamar un estado, permanentemente aceptado, de superficialidad y de mediocridad. Por tanto, conviene que, en primer lugar en el ámbito de la familia, se reflexione sobre ello para proceder a detectar, y en su caso a rectificar lo necesario, para salir de ese estado que impide el desarrollo de sus hijos.
¿Qué es la mediocridad? Podemos decir que lo mediocre no
destaca en cantidad ni en calidad, no es ni bueno ni malo. Puede ser una
conducta humana saturada de moderación burguesa o de rutina. Puede ser un
trabajo impresentable, que no tiene una calidad mínima para que se le considere
trabajo humano. Pueden ser unos objetivos educativos tan cortos que no valga
la pena luchar por conseguirlos. Puede ser una actitud ante la vida tan pobre
que le falte fuerza para acometer algo verdaderamente valioso.
Lo mediocre se queda a mitad de camino. Una educación
familiar mediocre, por ejemplo, no compensa el esfuerzo para que sea
correspondido desde el protagonismo educativo del hijo. Así, algunos padres se
quejan de los pobres o nulos resultados educativos conseguidos en sus familias,
resultados que, en su opinión, no corresponden a sus esfuerzos. Y no se dan
cuenta que los grandes esfuerzos pueden hacerse compatibles con la mediocridad
por falta de calidad, por incoherencia, por olvido de lo esencial, por
inseguridad. Además, algunas costumbres, algunas modas generalizadas, vividas
en medio de una actividad trepidante, refuerzan la tendencia a la mediocridad
en el comportamiento humano. Aceptar bajas notas y no motivar un próximo esfuerzo, o
estudiar solamente para un examen acompañado de la falta de motivación sigue
claramente una línea de mediocridad en la vida de nuestros hijos(¿por eso estás
conforme en que no les dejen muchas tareas desde pequeño?).
Es cierto que muchas familias pueden tener unos objetivos
educativos claros y estos ser correctos, pero los medios que ponen para
alcanzarlos se pueden ir diluyendo en la monotonía de la vida, bien por no
estar suficientemente atentos, al estar invadidos por el sopor del mundo
circundante, o bien porque no se plantean siquiera que lo material pudiera ser
un obstáculo para que sus hijos consigan alcanzar sus objetivos espirituales y
humanos. Y, pueden pensar: si el mundo progresa ¿por qué no aprovechar el
progreso? Y se termina no teniendo en cuenta que no se puede confundir las
progresiones que pretenden lograr utilizando el mismo modo (lo material) para
incrementar los caudales procedentes de distintas fuentes (lo espiritual y
humano). Lo material sirve para incrementar lo material. Pero, lo estrictamente
humano y espiritual se alimenta por otros medios.
No es infrecuente escuchar a padres decir: “cosas como las
que ahora pasan, eso pasarán a otros, a nosotros no”. “Estábamos satisfechos”…
¡Lo hacíamos tan bien…! Les hemos dado todo, lo mejor: dedicación, cariño,
diálogo, comprensión, buenos alimentos, juguetes, caprichos; tuvieron todo lo
que nosotros no tuvimos; les hemos solucionado problemas antes de que estos se
presentaran; les hemos limpiado la calle de la vida para que no encontraran
obstáculos al pasar. Pero, cuando se les presenta un problema observan como su
hijo, o su hija, está en un mar de confusiones, en un pozo. No saben salir, ni
tampoco los padres saben cómo ayudarles. No saben lo que quieren, ni lo que
está bien porqué está bien, o lo que está mal porqué está mal. No tienen
ilusión. No tienen ganas de luchar o ¿no saben? Si, eso puede ser. No saben. No
saben manejar sus impulsos. No saben encajar las agresiones externas.
Al final, ustedes
padres pueden llegar a mejorar todo esto. Recuerda que un hijo motivado puede
lograr mucho y defenderse de esta vida que cada día que pasa avanza con más
trabas. No le dibujes un mundo donde hay muchos “arco iris”sino hazlo pisar
tierra para que siempre siga adelante viviendo "la realidad"
recuerda QUE TUS HIJOS también en EL futuro será un padre o madre de familia.
EL DIRECTOR DEL BLOG
Licenciado en Psicología y Psicopedagogía.
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